



No hay una mañana que no me plante delante de la pantalla de mi Mac con una humeante (y muy necesaria) taza de café. Las mañanas se vuelven más llevaderas y sinceramente, sin una buena taza de café, mi frente habría pegado contra el teclado en más de una ocasión.
Éste es mi humilde homenaje a este gran compañero de fatigas.
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